TransCorpus | Annex Burgos | Galería Raíces | 2005
Annex Burgos presentó en la Galería Raíces una serie de esculturas en yeso que sorprenden con detalles que evocan lo simbólico y surreal
Arte Cultura y Entretenimiento | Redacción/ Escrito por Javier Martínez | Visit [a] Autogiro Facebook
Trancorpus exhibicion | La artista Annex Burgos presentó en la Galería Raíces una serie de esculturas en yeso que sorprenden con detalles que evocan lo simbólico y surreal.
Burgos es conocida por su escultura pública en la Plaza del Mercado de Santurce conocida popularmente como «Los aguacates» y tambien es la creadora de la escultura Las Musas en terrenos del Centro de Bellas artes de Santurce.
La Galería Raíces de San Juan presentó Transcorpus, una exposición de obras de la artista puertorriqueña Annex Burgos. Se colocaron tres esculturas de tamaño natural dentro de un espacio de paredes blancas, sin decoración ni distracciones. Esta muestra escueta y sobria resume la propuesta de Burgos sobre el cuerpo femenino a través de una evocadora metonimia. La parte inferior del cuerpo está ausente en las tres esculturas, sugerida por faldas hechas de metal y varillas de hierro. En Transcorpus, la corporeidad no está sujeta a un escrutinio intenso; sus formas son, en parte, fragmentos de maniquíes de yeso y volúmenes logrados mediante placas de metal o los contornos de las varillas que conforman las faldas y una jaula. Para Burgos, el cuerpo es ausencia y vacío.
Imaginar una comparación entre estas esculturas y, por ejemplo, el Auriga de Delphos, crea un marcado contraste. Mientras el artista griego intentaba con gran esfuerzo sugerir los pies descalzos de Polizalos de Siracusa, triunfador en los Juegos del 470, Burgos se niega a describir piernas y pies, a plasmar las partes que sugieren movimiento. El cuerpo más allá del cuerpo, como sugiere el título de la muestra, ha desaparecido, en parte reemplazado por un contenedor lineal, un contorno externo, revestido de metal o hierro. No obstante, no se trata de un atuendo restrictivo, disfrazador, a excepción de la falda en la obra que da título a la muestra, las otras, Metacorpus e Ímpetu, muestran un interior donde no se ve nada. Símbolo de contención, el marco metafórico, la jaula como falda, regula lo que se podía ver en la parte inferior del cuerpo, asociado a la sexualidad y movilidad femenina.
La división formal que establecen los torsos de yeso y las faldas de metal o hierro podría implicar una jerarquía corporal donde la parte inferior, asociada a la sexualidad, a las necesidades y funciones básicas, y al movimiento, queda descartada por no estar definida, mientras que la superior , regido por la racionalidad y el lenguaje, es privilegiado desde que se le da forma. Pero si las esculturas de Burgos pretendieran resaltar tal jerarquía, reiterarían una visión que, arraigada en el pensamiento griego, ha sido desde Descartes central en el pensamiento occidental: un modelo clasificatorio binario basado en la oposición entre psique y cuerpo. Sin embargo, la propuesta de Burgos puede concebirse como contraria a esta visión homocéntrica, pues recupera para las mujeres valores positivos de la mente que se asociaban principalmente a los atributos masculinos.
Por el contrario, cabeza y torso son, en otro sentido, un recordatorio de la concepción tradicional del cuerpo en la escultura occidental y de la visión patriarcal en la que se fundamenta. Las yeserías, imitaciones de esculturas de mármol, connotan arte renacentista y neoclasicismo del siglo XVIII. Sus superficies duras y lisas controlan la potencial falta de docilidad del cuerpo femenino, transformando y conteniendo su carne voluptuosa y sensual en formas blancas, artificiosas y decorosas. Burgos sitúa su concepción del cuerpo femenino en la tradición modernista, entre los maniquíes de los surrealistas y de los diseñadores de alta costura, y los ready-made dadaístas. Esta convergencia de ready-made y maniquíes hace que el cuerpo femenino en estas obras sea una entidad densa en significado y significado. Sin embargo, no hay aquí un interés por la plena visibilidad, ya que no todo el cuerpo se convierte en imagen. Las partes del cuerpo no se pueden conocer. Pareciera que la visibilidad plena nos llevaría a una apreciación del cuerpo sexual femenino, más que a una meditación sobre el cuerpo en el arte y como arte.
Transcorpus nos remite a la ambivalencia contemporánea entre lo permitido y lo prohibido en la representación de la figura femenina. El cuerpo vestido con una falda/jaula de materiales industriales sugiere la protección de las partes más íntimas de la mujer, lo que siempre ha sido una amenaza para el arte del desnudo femenino. El malestar y la angustia por lo prohibido se resuelven con la alquimia del arte, que convierte la materia en vacío. El aspecto censurado del cuerpo artístico en su decorosa exhibición por el otro se limita a lo que puede ser parte de la representación y está doblemente protegido de la mirada y del tacto; visualmente, se puede ver, y físicamente se puede tocar. Como ha dicho el artista, el hierro y el metal forman un escudo protector para la parte inferior del cuerpo femenino, esa parte dejada a la imaginación.
Los contornos de las faldas delineadas en hierro y metal poseen una dureza que no puede compararse con las líneas dibujadas o pintadas que establecen los contornos de un desnudo, ni con las líneas imaginarias del contorno de una escultura de mármol.
Pensando en el cuerpo en el contexto de la crisis de valores, creencias, conceptos y definiciones de la posmodernidad, Anexo Burgos reconstituye el cuerpo femenino en la forma en que lo hacen los científicos e ingenieros. El yeso, el hierro y el metal son metáforas del hibridismo orgánico de un cuerpo que hace tiempo dejó de ser sólo carne y huesos.
INGRID MARÍA JIMÉNEZ | publicado en ingles en ArtNexus
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