Monólogo Salon de Belleza, Josean Ortiz adapta novela de Bellatin
La Pieza teatral Salon de Belleza de Mario Bellatín se presenta en el Corralón San José en el Viejo San Juan.
Arte Cultura y Entretenimiento | Redacción/ Escrito por Javier Martínez | Visit [a] Autogiro Facebook
El actor y director Josean Ortiz ha estado presentando en el Corralón San José una adaptación de la novela del autor mexicano Mario Bellatín que aborda la vida y muerte de personas con SIDA.
Salón de Belleza (1994) presenta la vida de un peluquero que decide abrir las puertas de su decadente peluquería a personas que están muriendo por la enfermedad para proveerles un refugio de vida y muerte dignas, todo desarrollado con una gran metáfora de un acuario o pecera a donde van estos hombre-peces moribundos.
Datos acerca de la obra
- Las funciones son gratuitas
- Ultimas funciones viernes 29 y sábado 30 de diciembre, a a las 9pm
- el Corralón de San José se ubica detrás de la Catedral del Viejo San Juan
- Es una producción de Marañao Inc.
- Otros proyectos de Josean Ortiz
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Entrevista publicada en Terra.com la presentamos como divulgación cultural.
Mario Bellatín es uno de los narradores jóvenes más sobresalientes. Inició su carrera literaria con Mujeres de sal (Lluvia,1986), que posteriormente consolido con Canon Perpetuo (1993) y Salón de Belleza (1994). Actualmente reside en México en donde se valora sus cualidades para crear historias con personajes y escenarios universales.
¿Por qué te fuiste del Perú?
Porque soy mexicano, viví en México toda mi infancia y siempre he vuelto a mi país en donde comenzaron a publicarme. En el Perú tenía el temor de que por las difíciles circunstancias políticas y sociales que vivimos no pudiera escribir o que mis propios libros no pudieran generar nuevos libros. Entonces fui a reencontrarme con México a partir de los libros y el continuó proceso de las publicaciones y los lectores en este espacio en donde culturalmente las cosas están bien cimentadas.
¿Eres conciente de que mucha gente te percibe como un escritor peruano?
Si, claro. Lo que pasa es que mi familia es de aquí. Por eso he vivido aquí tantos años. Entonces he llegado a un punto neutro en donde no sé si soy peruano o mexicano. En realidad tampoco me interesa. El mapa que me puedo hacer de mi mismo es un mapa que surge a partir de los libros. Por eso si tu lees mis novelas no hay una marca que pueda definirme como un escritor peruano o mexicano.
Sábato decía que la nacionalidad era dónde están tus amigos, tu barrio, tu familia.
Pienso que en mayor o menor medida todos los escritores deben sentir esto. La nacionalidad es para mi donde están mis amigos, mis lectores, donde me siento bien y donde puedo seguir escribiendo, por que el eje central de mi vida es la escritura. Lo demás gira alrededor de esta.
¿Y qué tal te sientes en México?
Muy bien. Porque hay todo un circuito de editoriales, distribuidores, críticos, librerías, lectores y agentes, que te hacen sentir que el derecho a la cultura es una parte inherente al ser humano, como comer, beber o respirar. A lo largo de tus libros siempre has mantenido un estilo muy particular de abordar los temas que han llevado a ciertos críticos ha definir la temática de tu narrativa como truculenta.
¿Qué opinas de esto?
Uno de mis grandes intereses es lograr un estilo, que no tiene nada que ver con lo experimental o lo innovador. Simplemente es buscar una mezcla de elementos que me permitan encontrar un universo propio. Mi mayor interés es que el lector llegue a reconocer un libro mío sin necesidad de leer mi nombre. Para mi la búsqueda del universo propio, del estilo personal es incluso más importante de lo que se cuenta.
Entonces, ¿señalas que los temas para ti pertenecen a un segundo plano?
Claro, son anécdotas nada más. La idea es cómo contar la historia. Ese trabajo he tratado de hacerlo siempre a través de la sistematización de mi escritura, que es un sistema que va más allá de mis libros. A mi no me interesa escribir tal o cual libro independiente a tal historia. Lo que hago yo es trabajar un sistema en el que vengo trabajando más de quince años y el valor está en ponerlo en un orden estricto. Ese es el trabajo real, el poner todas las palabras en el casillero exacto.
¿Cómo la novela total de Balzac?
No con el afán de Balzac de acaparar toda la realidad. En mi caso lo que busco es construir un espacio que está por debajo de mis libros, que estos sean la punta del iceberg de este proceso y que los libros se entiendan mejor cuando se puedan leer en su conjunto. Uno puede tener una idea de un libro solo, pero todos los libros forman parte de una misma obra, que no tiene que ver con el afán totalizador. Porque en este juego la realidad no interviene de una manera directa. La realidad es la realidad y la literatura es la literatura.
¿No crees en el realismo urbano?
Con esta rapidez de la información y los nuevos medios de la comunicación creo que es un buen momento para que la literatura se repliegue en si misma y de esa forma no trate de cumplir funciones que otros medios pueden cumplir muchísimo mejor. Para entender la realidad uno puede ver un noticiero o conectarse a la red. A través de esos medios estás mucho mejor informado que con un libro, porque la realidad se modifica con tal rapidez. Yo no creo en una literatura que esté avalada por la realidad entre comillas.
Regresando al estilo ¿Cómo ha sido la tarea de construir un propio sello personal?
Cuando comencé a domesticar ese impulso de trabajar con la palabra buscaba una retórica. Sentía que lo más cercano a mi ya estaba dicho de una manera. Esto me impedía decir lo que yo quería decir desde una aparente inocencia. Eso me pasaba cuando escribía un cuento y a la tercera línea me daba cuenta que mi literatura hacía referencia a una retórica trajinada. Entonces decidí crearme mi propia retórica, ver con que elementos podía contar para construir mi propio mundo.
¿Con qué elementos contabas?
Con dos elementos. El primero fue la austeridad total, la carencia de recursos. Comencé por utilizar la tercera persona simple, la voz de los juglares, del narrador de cuentos, para ir descubriendo lo elemental. Desde entonces no he llegado al diálogo o el monólogo interior, no porque tenga una aversión a eso, sino porque todavía no lo he descubierto.
¿Y cuál es el segundo elemento?
Los temas. Estos son elegidos para hablar desde una falsa inocencia para poder conseguir llamar la atención del lector como un elemento de seducción. Para que los textos funcionen, porque el reto es buscar que el texto se convierta en una experiencia que transcurra a lo largo del tiempo. Una imagen plástica que funcione. Para eso uno tiene que echar mano de una serie de recursos
¿Y cuándo te das por satisfecho con tu narrativa?
Cuando consigo que el lector transcurra en este arco narrativo. Si al final consigo que no cierre el libro, siento que gane, esa es mi máxima aspiración. Lo que venga después no me importa. Si terminaste el libro de principio a fin me da la seguridad de que te he hecho circular por mi propio espacio y he ganado la batalla.
Hablemos de Salón de belleza, uno de tus libros más reconocidos por el público ¿De dónde nació la idea de esa novela?
Nació de una pecera que tenía al costado de mi máquina de escribir (risas). Después me enteré de que había un personaje similar al protagonista del libro que recogía enfermos moribundos de SIDA. Pero la novela no trata en sí del SIDA o los enfermos, es más bien una recreación que va más allá de cualquier realidad. Entonces tenía por un lado la presencia de los peces moribundos y por otro lado los morideros medievales.
Y en cuanto a las técnicas utilizadas para contar la historia. ¿Cuáles fueron estas?
Una de las reglas de ese libro era narrar todo lo que pudiera ver una cámara en el momento en el que los personajes estaban frente a ella. Entonces no hay ningún momento en donde el narrador sepa todo. Es más bien un narrador incompetente, lo único que sabe es lo que ve y escucha en ese momento. Así fue naciendo Salón de Belleza. En un primer momento quería hacer un texto en donde el personaje hablara sólo sobre los peces, pero era un texto demasiado abstracto y fue un poco eso lo que me hizo escoger el camino de la seducción, del escribir un libro que pudiera ser leído por cualquier tipo de lector. Entonces decidí hablar de la decadencia de las peceras en un salón de belleza en donde por errores del discurso el lector se va enterando de esa otra decadencia que son los morideros de SIDA.
Apropósito de este libro. ¿Investigaste a los personajes o los lugares en dónde estos se desarrollan?
No. Cuando escribo trato de que todo esté totalmente en la nebulosa. Si supiera ya no escribiría.
Has dicho al comienzo de esta entrevista que tu vida gira en torno a tus libros, ¿Pero a partir de tus libros se puede conocer a Mario Bellatín?
No, para nada y eso es muy importante. Desde el principio he buscado eso. Trabajar con la verdad en la mentira y es que las cosas que evidentemente son verdad casi siempre son mentira y viceversa. A mi me gusta dar pistas falsas para que la gente se vaya por lo más evidente y de pronto se encuentre con todo lo contrario. Si la gente busca algo autobiográfico en mis libros se va a desengañar porque va a buscar pistas en donde la verdad no está presente.
¿Crees que lo importante son sólo los libros y que se puede prescindir de la vida de el escritor? <
Claro, por su puesto. Cien por ciento. A veces es mejor no saber nada del escritor. Ocurre que te enteras acerca de la vida del escritor y de repente tu imagen se distorsiona muchísimo.
¿Crees en la literatura en formato digital?
Yo creo en la palabra más que en el formato. Mientras se escriba y creo que a través de los medios digitales se va a seguir escribiendo nada va a cambiar y menos va haber algún problema. Incluso creo que se imprime más, se publica más y se da mayor uso del papel que antes. Es un juego inverso. Nunca se escribió más que ahora.
Leí que estabas trabajando un último proyecto llamado Contergan, que tiene que ver con este anticonceptivo que provoco malformaciones en toda una generación.
Este es un gran proyecto que tengo sobre una supuesta investigación sobre el Contergan o Talidomida que es el otro nombre con el que se le conoce, que también es una pista falsa porque yo no tengo nada que ver con este medicamento.
¿Lo de tu brazo no tiene nada que ver con el Contergan o Talidomida?
No, nada que ver. Lo de mi brazo es de nacimiento y no tiene nada que ver con el Contergan.
¿Finalmente hay algo que quieras agregar?
Sólo decir que luego de publicar espero que el lector saque sus propias conclusiones que muchas veces no tiene nada que ver con lo que he planteado yo. Ese es el juego que me gusta proponer y espero que el lector al igual que yo lo considere un reto.
Terra / Daniel Flores Bueno
Se pueden incluir imágenes de perfiles en Facebook, la red y otros medios. Son utilizadas para ampliar la experiencia del lector. Javier Martínez es artista multidisciplinario de Puerto Rico